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jueves, 15 de diciembre de 2011

Unidades de medida en Canarias

Aprovechando mi estancia por 3 días en Canarias, quería escribir sobre unidades de medida en Canarias, he encontrado unos artículos interesantes, que abajo resumiré: 

Las Islas Canarias eran un punto de encuentro de personas procedentes de lugares variopintos. Por eso, coincidían, casi por completo, con aquellas que conquistadores y tratantes peninsulares introdujeron en épocas de Conquista. A partir de entonces, los pesos y medidas premétricas se regularon a través de Ordenanzas y Disposiciones de los Cabildos; y, así, lo que en principio constituía un apretado amasijo de patrones y formas de medición de orígenes diversos, confluyó en un nuevo Modelo metrológico tradicional, de carácter eminentemente ergométrico. Su uso quedó regulado por leyes promulgadas desde la capital del Reino (Ley de 7 de Enero de 1496, sancionada por los Reyes Católicos; Pragmática de 24 de Junio de 1568, firmada por Felipe II; Real Orden de 26 de Enero de 1801, de Carlos IV); que imponían una unificación metrológica en todas las posesiones de la Corona española.

La Metrología Tradicional supo responder con éxito a las necesidades matemáticas de todas aquellas personas, que, carentes de instrucción, hubieron de afrontar la valoración de sus producciones agrícolas o marineras, el reparto de las cosechas y zafras o la cuantificación de sus propiedades y pertenencias.

El éxito de estas prácticas metrológicas que, aún hoy en día permanecen fuertemente arraigadas, desafiando el uso generalizado de los patrones decimales, se debe a que,  la práctica cotidiana, con las unidades métricas no resulta sencilla y accesible. Al contrario, su estructura decimal imposibilita los repartos y los cálculos, por cuanto sólo permite divisiones exactas entre múltiplos de cinco y diez; sus patrones, intangibles y abstractos, carentes de significado ergonómico concreto, impide el uso reiterado, y su estructura matemática, compleja y convencional, provoca la incomprensión de todos los que no han sido instruidos en los principios básicos de dicha Ciencia. Por contra, los patrones metrológicos tradicionales se estructuran en sistemas individualizados: de capacidad, longitud, peso y superficie; en los cuales las unidades se materializan en moldes tangibles: almudes, raposas, arrobas, quintales, etc. Los factores de conversión responden a las exigencias propias de cada proceso productivo, y los múltiplos y divisores, o bien están en relación dicotómica, son divisibles por dos, o en escala duodecimal, esto es, divisibles por doce, y por lo tanto, también por 2, 3, 4 y 6. Como consecuencia, el uso de los patrones tradicionales simplifica y no dificulta la práctica metrológica y encarece, por tanto, su éxito.

Valorando las medidas canarias con esta clasificación histórica, destaquemos que, en nuestras actividades metrológicas tradicionales, la práctica antropométrica se reconoce en aquellos procedimientos asociados con actividades marginales y poco o nada reguladas, donde el hombre se encuentra en contacto directo con la naturaleza y tan sólo precisa un cómputo aproximado en su medición. Este tipo de práctica la realizan personas que manipulan productos poco apreciados económicamente y propios de la primera fase que determina el inicio de los procesos productivos. La encontramos, por tanto, entre los campesinos que siembran la papa, distanciando el tubérculo en palmos o pies, según el convenio nemotécnico "a donde va el ojo, va la papa". También, en la plantación del millo se procede "al zanco", colocando el pie izquierdo perpendicularmente a la dirección en que se avanza, y depositando uno o más granos de cereal, al avanzar un paso (Candelaria García Herrera, campesina de las medianías del Valle de La Orotava). Entre los pescadores aún es costumbre medir la profundidad del fondo y las "liñas" para pescar en brazas. Cada braza se evalúa extendiendo en su totalidad un brazo y aproximando el cordel hasta el hombro contrario (Salvador Montesdeoca Betancourt, "Ñito", pescador del Puerto de la Cruz). De igual modo, los artesanos de la madera rajada, del mimbre y del pírgano se valen de palmos, jemes y codos, para determinar tanto la profundidad de los cestos como el diámetro de bordes y suelos.

Las prácticas metrológicas características de la etapa Convencional de la Metrología, que se extiende desde la invención del Sistema Métrico Decimal hasta nuestros días, sólo aparecen en las tareas productivas canarias cuando se asocian con el uso de básculas, pesas y romanas. Podemos asignarle una presencia reciente, que fue más antigua en el comercio al detalle, esto es, en el menudeo que se practicaba casa por casa: los pescadores se han valido tradicionalmente de "gangochas", los caleros de almudes y cuartillas y los salineros de "panecitos" y arrobas, conformando una práctica metrológica que afectaba tan sólo a los productos caros o escasos, nunca a los de menor valor, como fueran la leña, la paja o el estiércol. Cabe anotar, por último, que los instrumentos para pesar eran patrimonio de tratantes, intermediarios y comerciantes, y, en numerosas ocasiones, fueron poco apreciados por campesinos y pescadores.

Aunque se han perdido la mayor parte de los patrones tradicionales, aún se viene utilizando un número notable, y su manipulación exige el uso correcto de los numerales y la operatividad más cotidiana de las operaciones elementales. La Metrología tradicional se imbrica, por tanto, en las necesidades diarias del cálculo numérico.

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